domingo, 9 de noviembre de 2025

GERMÁN CÁCERES –Fernando Penelas- (1938-2025)

 

A Germán Cáceres lo conocí en los años 80, aunque él no sabía de mi existencia. Yo era un adolescente y leía sus textos en la mítica revista Fierro de esa década. Él era uno de sus principales colaboradores, un especialista en el estudio de la historieta. También escribía novelas, ensayos, obras de teatro y cuentos, de los que publicó numerosos títulos. Por aquellos años, en que no existían las redes sociales, uno podía seguir la obra de un autor sin llegar a conocer su imagen. Si no aparecía en la TV o en la foto de algún reportaje, su identidad consistía en un nombre impreso en papel y los contenidos que ofrecía. Con el cierre de la revista en 1992, le perdí el rastro.



Tras dirigir varias publicaciones de historietas de Patagonia en los año 90, en el año 2007 cree La Duendes-Historieta Patagónica. Se especializó en la edición de revistas y libros de historietas. Además de sostener tres espacios en Internet con contenidos gratuitos. Trascendió a nivel nacional y el exterior. En los 14 años de actividad colaboraron 340 autores de Argentina y de una docena de países. En el año 2009 La Duendes participó con un stand en el Festival Internacional Viñetas Sueltas, en el Centro Cultural Recoleta de la ciudad de Buenos Aires. Fueron varios los “maestros” de la historieta nacional que se acercaron a saludarnos. Eran los que leíamos (y admirábamos) de chicos o adolescentes, de disfrutar sus trabajos en revistas como Skorpio, Fierro, El Tony, Fantasía, D´Artagnan, Humor, Etc. Uno de ellos fue Germán Cáceres. Grande fue mi sorpresa cuando comentó quién era y que llevaba tiempo sin escribir acerca de la historieta nacional. Como nos entendimos de inmediato, le ofrecí espacio en La Duendes. Me resultaba impensable que alguien con su conocimiento y trayectoria no tuviera donde desarrollar la veta que tanto lo apasionaba. Se transformó en el principal colaborador de La Duendes en el apartado dedicado a notas y entrevistas. Por entonces transitaba las siete décadas, pero para él era sólo una circunstancia. Con una capacidad creativa admirable, a la vez escribía cuentos, libros juveniles y artículos para diversos medios del país y el exterior.

Antonelli, Gerardo Canelo, Felipe Avila, Martha Barnes, Patricia Breccia, Cáceres, Aguado, Massaroly y Taro. 


Siempre nos mantuvimos en contacto, o nos encontrábamos en algún evento en Buenos Aires.  En La Duendes se reeditó su material más significativo de los años 80 y 90, pero la gran mayoría consistió de contenidos nuevos. Ideamos una forma de trabajo a distancia. Consultaba el material del que disponía en mis archivos, con la finalidad de ilustrar notas o entrevistas referidas a editoriales, revistas, libros y autores. Luego elaboraba una lista para que Germán seleccione los que les interesara. En otras ocasiones concertaba una entrevista con un autor y él la hacía. Claro que el trabajo intelectual más arduo era de elaboración suya. De ese modo desarrollamos un paneo por la historia de la historieta argentina de los siglos XX y XXI. El material que realizó de forma individual o que se concretó con aportes de ambos, se compiló en tres libros: Evocando Viñetas 1 (140 pags., 2012), Evocando Viñetas 2 (114 pags., 2014) y Evocando Viñetas 3 (100 pags., 2017).  El primero fue nominado a los "PREMIOS BANDA DIBUJADA", en el rubro “Libro teórico y/o de difusión y/o de información sobre la historieta y el humor gráfico”. Se lo presentó el viernes 29 junio 2012, en el centro cultural Mu. Punto de encuentro – el bar de la Vaca, en el marco del Evento La Semana de la Duendes en Buenos Aires. La presentación fue a sala llena y una asistencia de notables del ámbito de la historieta nacional. La siguiente fue en Octubre de 2012 en el Festival HISTORIETAS AL SUR DEL SUR, que se realizó en Comodoro Rivadavia, Chubut. Los tres libros se agotaron y obtuvieron muy buenas reseñas en medios nacionales y del exterior. También aportó valiosos textos para varios libros antológicos que editó La Duendes.

Participó de La Duendes hasta que el proyecto se discontinuó en el año 2022. Nos mantuvimos en contacto, siempre con la intención de retomar la colaboración. Hace poco terminé un libro relacionado con la historieta y consideré necesario incluir su testimonio. El encuentro se fue postergando. Hace pocos días lo concretamos, pero no fue posible entrevistarlo porque su salud era precaria. El día anterior al encuentro conseguí su libro de 1994 “Así se lee la historieta”. Era el único que no tenía y me lo dedicó. Cáceres, cuyo verdadero nombre era Fernando Penelas, me contó una idea para una nota que quería escribir. Era característico de él, siempre activo. Hoy el dibujante José Massaroli me informó que falleció el día jueves.




Cáceres fue una personalidad de renombre en el ámbito de la cultura nacional. Alguien muy culto, sencillo y cordial en el trato. Sus textos de investigación, ensayos y análisis trascendían a la historieta. Los enriquecía con cruces con la literatura, la música, las artes plásticas y el cine, sus otras grandes pasiones. Era producto de la Argentina que en un más del setenta por ciento pertenecía a la clase media, mayormente educada y culta. De los tiempos en que el país poseía la industria editorial más significativa de Hispanoamérica. La historieta argentina también conformaba una industria que se exportaba. Su obra e intereses reflejaron esos tiempos de calidad y abundancia cultural y artística.

Me puedo sentir afortunado de haber compartido tanto con él, y que me haya brindado su amistad. Fueron muchos años enriquecedores. Hasta siempre maestro.

Alejandro Aguado







Fue autor de ochos libros referidos a la historieta (“Charlando con Súperman”, “Así se lee la historieta”, “El dibujo de aventuras”, “Oesterheld”, “La aventura en América” y “Evocando Viñetas 1, 2 y 3”), tres de cuentos, dos novelas, diez libros de literatura infantil y juvenil, ocho obras de teatro y dos compilaciones de cuentos. Varios de tus textos fueron traducidos al italiano y al portugués. Recibió premios y reconocimientos en el país y el extranjero. Colaboró como articulista en revistas del país y el exterior.  


Taro, Cáceres, Edmunds, Aguadi. Dimaro, Oenlao, Chelo Candia y Antonelli. En la Biblioteca Nacional.


Las 162 notas (artículos, ensayos, entrevistas, reseñas, críticas) que elaboró para La Duendes pueden ser consultadas en 

Una entrevista que le realicé puede ser leída en:







miércoles, 17 de septiembre de 2025

La partida de OVALDO LAINO

 

El dibujante Osvaldo Laíno, nacido en Rosario, tuvo una muy extensa e importante trayectoria, tanto en el país como en el extranjero. Fue un enamorado de su profesión. Protagonizó la llamada “edad de oro de la historieta argentina” (décadas del 40 a principios de los 60), como dibujante y difusor por medio de la revista “Dibujantes”. La publicación, editada a partir de 1953, fue la precursora en el país del periodismo referido a la historieta, el dibujo y sus autores. Por sus páginas transitaron numerosos próceres del arte de narrar mediante cuadritos. En 1956 Laino partió hacia el exterior (Venezuela, Estados Unidos), donde continuó desarrollando su obra. En Estados Unidos colaboró con revistas de humor e historieta hoy míticas. En ese país, recibió importantes premios y reconocimientos a su labor. Regresó a Argentina a mitad de los dos mil. El festival de historietas rosarino “Dibujantes”, se lo denominó así en su honor y el de su revista. Fue un reconocimiento a su trayectoria y aportes al mundo de la historieta nacional.


Con el maestro nos conocimos en la ciudad de Rosario en el año 2009, en el festival Dibujantes. Desde entonces participó de las publicaciones online que sosteníamos desde Patagonia con la editora La Duendes-Historieta Patagónica. Estuvo presente con sus ilustraciones y humor gráfico durante 486 semanas, hasta que el sitio se discontinuó en el año 2022. En el año 2013, cuando La Duendes tenía una importante presencia a nivel nacional, le editamos un libro que compiló parte de su obra. La edición se agotó. En el sitio Historieta Patagónica colaboraron más de 400 autores, de Argentina y otros 10 países. Laino, con su espíritu juvenil, creativo y emprendedor, fue uno de los más activos, de los que mayor presencia tuvo. Falleció a los 96 años en Estados Unidos, tras una vida artística fecunda y muy productiva.

Buen viaje, maestro

Alejandro Aguado


La foto, tomada en el festival Dibujantes, rescata a Héctor Reinna junto al maestro Laino. Reinna fue otro protagonista de la Edad de Oro, dibujante de la revista Patoruzito y del personaje Don Nicola. También sería uno de los principales colaboradores de La Duendes.





A quienes les interese conocer más acerca de Laino, disponen online de una entrevista que le realicé, un resumen-muestra del libro y de sus trabajos. Lo pueden consultar en:

Entrevista

Parte 1

Parte 2


Para información acerca de su libro editado por La Duendes


Sus trabajos se pueden ver online en el blog Historieta Patagónica


miércoles, 15 de mayo de 2024

Nuevo libro (gratis) UN VIAJE DIBUJADO. De 36 años (186 páginas en PDF)



Desde hace tiempo necesitaba ordenar mi obra como dibujante, relacionada también con textos. Presentarla integrada y resumida en una única publicación. En las entrevistas que me realizaron los últimos años, me consultaban dónde verla. Como estaba dispersa, se me dificultaba explicarla y mostrarla. A los dibujantes de décadas pasadas, los que colaboraban con publicaciones nacionales, les resultaba más simple. Sus personajes o series aparecían durante años en revistas de historietas. Se los identificaba con esas obras y publicaciones. Mi recorrido no fue el tradicional. Difundí mi trabajo en fanzines, revistas (de interés general, de historietas, culturales), en diarios o en sus suplementos, libros y en sitios de Internet. En medios locales, regionales, nacionales y del exterior. Al residir en una provincia, en un país centralista, la difusión se dificultaba aún más.




Siempre me están “descubriendo”, algo que no es malo. Pero me confirmó la necesidad de este libro. Comprende un muestrario desde mis inicios, con 16 años de edad, a la actualidad. Aparecen los personajes que mejor me representan. Como Chiri Von Fiesta, Jeremías, Las Tunas y Los Misterios de las arenas. Las publicaciones que generé y dirigí: Duendes del Sur, El Espejo de los dibujantes del sur y La Duendes. Los libros de investigación y de crónicas en que el dibujo cumple un rol fundamental. Tales como “Aventuras sobre rieles Patagónicos”, “Patagonia Fantástica”, “Por los desiertos patagónicos del lago Colhue Huapi…” y “Patagonia tierra adentro”. O cuatro novelas gráficas. Incluye un muestrario de las publicaciones con las que colaboré desde los años ’90 a la actualidad. También un compendio fotográfico de las exposiciones y eventos a nivel regional, nacional y del exterior en los que participé desde 1990. Todo documentado con muestras de las repercusiones en medios de comunicación. A Malvinas y una serie de homenaje a la historieta, les dediqué apartados exclusivos.

Para realizar este libro tuve que rastrear y revisar archivos. Luego, clasificar, seleccionar y digitalizar el material. A gran parte lo había olvidado.

Aunque en las 186 páginas no está todo, el lector va a tener un panorama general. También tiene la posibilidad de entretenerse con las lecturas de las historietas.

Como en los últimos tiempos en Argentina los libros en papel se están transformando en un artículo de lujo, me pareció oportuno ofrecérselos de forma gratuita.

Descargas:

Opción 1

Opción 2


















 

domingo, 8 de octubre de 2023

HECTOR REINNA, UN PROTAGONISTA DE ÉPOCAS DORADAS DE LA HISTORIETA ARGENTINA

 En el año 2009 participé con un stand de la editora La Duendes, en el Festival de historietas Dibujados, en la ciudad de Rosario. En esa ocasión conocí a Héctor Reinna. Se acercó al stand en el que nos encontrábamos conversando Sergio Mulko (dibujante de Nippur de Lagash), José Massaroli y Esteban Tolj. Recién se retiraba Eduardo Risso, autor hoy de renombre internacional. Reinna se presentó como “ex” dibujante. Llevaba tres décadas sin dedicarse al oficio. Le pedí que cuente acerca de su trayectoria. Se convirtió en el centro de atención cuando enumeró las revistas en las que trabajó y los dibujantes que conoció o con los que colaboró. Teníamos delante a un protagonista y testigo de épocas doradas de la historieta argentina. Para aprender y valorizar la tradición de la que formamos parte los autores actuales, conviene estar dispuesto a escuchar. Para ahondar en su historia continuamos la charla en una confitería. Nos acompañó Osvaldo Laino, otro autor de la edad de oro y promotor de la revista Dibujantes. Publicada en la década del ´50, fue la primera dedicada a los dibujantes e información sobre el ambiente de la historieta.



Como muchos otros dibujantes, Reina comenzó su carrera en diarios de las provincias. En su caso, de la ciudad de Rosario. A mediados de 1950 ganó un concurso que le posibilitó ilustrar libros para una editorial de Buenos Aires. El reconocimiento le valió que lo convocaran del diario Clarín. Debía hacer dibujos de humor. Con muestras de esos trabajos se presentó en la editorial de Dante Quinterno, que editaba las revistas Patoruzú y Patoruzito. Eran semanarios impresos en formato grande que presentaban humor gráfico e historietas de humor y aventuras. Las realizaban un amplio staff de autores. Patoruzito fue la primera revista en los años ‘40 en que la mayoría del contenido se generaba en el país. Tiraba 300 mil ejemplares por semana.

En el stand de La Duendes en Dibujados, Rosario. De izq. a der.: Aguado, Massaroli,..., Reinna y Mulko.


Le llamó la atención quien lo recibió en la redacción. Su aspecto era muy desaliñado en la vestimenta y con barba de varios días. Al ver las muestras, le dijo: “Ah, vos hiciste estos dibujitos. Qué linda manchita que tenés, me gustan mucho. ¿Querés ser mi ayudante?” A lo que Reinna le preguntó: - “¿y vos quién sos?”, - “Soy Joao (Mottíni), el que hace las tapas”, le respondió. Se trataba del dibujante brasileño Joao Mottini, considerado uno de los maestros de la época. Al día siguiente se presentó en lo que creía sería el estudio de Mottini. Residía en un departamento de pasillo con una escalera de metal toda oxidada, en un cuartito de tres por tres metros. Los muebles consistían en una mesa grande de dibujo, una silla y un ropero viejo y en mal estado. Reinna aclaró: “Él, como todos los genios, era muy mañero. Dibujaba tres o cuatro horas por día, no le interesaba el dinero. Así me empecé a relacionar con él. Una vez (Mottini) me dijo que me quede a almorzar y sacó una botella de vino. Era todo lo que había. Con Hugo Pratt se reunían y jugaban a ver quién tomaba más. Se bajaban tres o cuatro botellas de vino cada uno. Joao era muy bohemio”. Como su ayudante, trabajó haciendo tintas y fondos del personaje Cruz Calaveras.

Inserto en el ambiente profesional del dibujo, conoció y trató a autores que hoy integran el panteón de los próceres de la historieta nacional. Tales como Hugo Pratt (Corto Maltés, Sgto Kirk, Enrie Pike), Alberto Breccia (Mort Cinder, Sherlock Time), Ferro (Langostino, Pandora, etc), Abel Ianiro (Tóxico y Biberón, Purapinta), Dante Quinterno (Patoruzú, Patoruzito), Calé (Buenos Aires en Camiseta, en Rico Tipo), Torino, Bruno Premiani, Tulio Lovato (uno de los principales dibujantes en las sombras de Patoruzú), entre muchos otros. Eran tiempos en que la historieta se producía de forma industrial. Los autores estaban al servicio de los personajes. El ritmo de trabajo podía llegar a agotarlos. Dio algunos ejemplos: - “Un tipo que se hartó de dibujar era Ianiro. Lo encontraba en un subte de Diagonal Norte (Bs As) y decía: Estoy podrido, entro a las nueve de la mañana y salgo a las cinco de la tarde. No doy más. Era gente que no tenía un mango, lo único que tomaba era el subte”. Las series más conocidas creadas por Ianiro fueron Purapinta (en Leoplán y Rico Tipo en la década del ‘40), Tóxico y Biberón (en Leoplán) y Marmolín (en Rico Tipo).




Tulio Lovato fue uno de los principales dibujantes de Patoruzú, aunque siempre figuró la autoría de Dante Quinterno (el creador). Al respecto, ahondó Reinna: “Él tenía un profundo conocimiento de todo lo que fueran embarcaciones, le gustaba ese tema (realizaba en línea realista la serie Rinkel el ballenero). Pero era un tipo que estaba harto de dibujar. Le tenía bronca, lo detestaba a Patoruzú. Bueno, llevaba quince años haciéndolo”.

A otro autor que frecuentó fue a Calé (Alejandro del Prado), nacido en Buenos Aires pero criado en Rosario. Creó la serie costumbrista “Buenos Aires en Camiseta”. En lo que consideraba un atrevimiento juvenil, le señaló a Calé que su éxito le resultaba inexplicable porque lo que reflejaba en sus viñetas no se correspondían con las costumbres de la ciudad de Buenos Aires, sino que eran las de Rosario. También comentó que su dibujo, muy prolijo y detallado, poco tenían que ver con sus hábitos: “Un día lo visité en la pensión que vivía. Era un desorden total. No sabías dónde terminaba la mesa de dibujo y empezaba la cama. Sus trabajos y él eran todo lo distinto”.



En 1974 conoció a una mujer francesa y a los 45 días se casaron. Se mudó a Tres Arroyos, donde ella residía. Mottini lo ayudó para que se fuera con trabajo. Le concertó una entrevista con el dibujante y editor Héctor Torino, que lo aceptó tras unas pruebas. Durante dos años realizó los lápices de la serie “Don Nicola”. El personaje que contaba con revista propia y fue un gran éxito.

Transcurridos los años le fue muy bien con las historietas. Sus personajes Batute y Batata se publicaron con muy buena repercusión en México. Desde ese país le ofrecieron que se mudara para dibujar la reconocida serie de animación Tom y Jerry, pero no viajó por el nacimiento de su hijo. Tiempo después se dedicó a la enseñanza en la Universidad de la Plata. Finalmente, la vida lo llevó a abandonar el dibujo.  




Como muchos otros autores de su generación, se puso al servicio de los personajes que dibujó. Quedó en un segundo plano. Ese era el motivo por el cual no lo conocían sus colegas actuales. Me pareció una pena que un autor con su experiencia abandonara lo que le cautivaba. Era un talento perdido. Como estaba jubilado, le sugerí que retome por el gusto de dibujar. Que encarara una obra personal sin condicionamientos comerciales. Poco después me contactó para sumarse a las publicaciones de La Duendes, tanto en papel como en formato digital. Me confesó que, pese al entusiasmo, la falta de práctica le había endurecido la mano. Con el transcurrir de los meses ganó soltura y su trazo retornó al nivel profesional. Para adaptarse a los nuevos tiempos, comenzó a estudiar computación con Gerardo Romagnoli, quien también le coloreaba sus trabajos de forma digital. Estaba feliz y se notaba. En todos los rubros del arte la experiencia suele ser más importante que la edad. La práctica continua eleva la calidad de la obra.

Pese a estar tantos años alejado de la profesión, su personalidad inquieta y juvenil hacía que su trabajo resulte innovador.



Me llamaba por teléfono con cierta frecuencia. Lo reconocía de inmediato por su forma de modular y su característico: - “Hooooola Alejaaandrooo”. Me recordaba, según sonaba en viejas películas en blanco y negro, a como hablaban y entonaban los actores y locutores de las décadas del ‘40 y ’50. Era lindo escucharlo. Luego me bombardeaba con una andanada de ideas y propuestas. En varias ocasiones me envió de regalo ejemplares de las revistas Patoruzito, Rayo Rojo y algún libro, para que conociera en profundidad la edad de oro que me había descrito. Son joyas del pasado que hoy atesoro.

Entre los años 2009 y 2016, en el sitio Historieta Patagónica, realizado por La Duendes, canalizó varias series. En Batute y Batata retomó sus personajes de décadas atrás, adaptados a los nuevos tiempos. “Guapos y Tangueros” consistió en humor relacionado con la cultura tanguera. “El Conventillo Aéreo” fue una especie de “Conventillo de Don Nicola”, pero adaptado a las vivencias del presente de los habitantes de un edificio de departamentosl. “Humor Marciano” apelaba a un humor extravagante para aludir a la actualidad. En “Hueso Clavado” parodiaba el género gauchesco. “Héroes del Cómic” era otra parodia referida a los súperhéroes, contrapuesta a los personajes de factura nacional. “Chicas de Venus” era humor de ciencia ficción ejecutado con un estilo de dibujo vanguardista, en que el diseño de página y el color jugaban un importante rol. Las mujeres fueron protagonistas en “Chicas de Venus” y “Libertad Rodríguez”. El Rock argentino también contó con su serie.



En sus páginas abundaban las citas a la cultura popular, a personajes ficticios y reales del presente o el pasado, ya sean en los dibujos o en fotos que integraba a las historietas. Tales como Pedro Picapiedra, Patoruzú, Súperman, Bátman, La mujer maravilla, El hombre araña, Lindor Vocas, El Cabo Savino, Purapinta, Don Nicola, Afanancio, Piantadino, Capicúa, Cara de Ángel, Fiaquini, Isidoro y Langostino. Muchos de los personajes nacionales, pese a su popularidad en décadas pasadas, deben resultar desconocidos para los lectores más jóvenes. Entre las personalidades se contaban Leonel Messi, Sandro, Gardel, Miguel del Sel, Belgrano, San Martín, Salvador Dalí, Monzón, Lanata, Sarmiento, Fangio, Pappo, Hilda Lizarazu, Ivan Noble, Pajarito Zaguri, León Gieco, Litto Nebia, Fabiana Cantilo, entre otros. Varios de sus colegas también aparecieron en sus historietas: Divito, Torino, Mazzone, Osvaldo Laino, William Gezzio (dibujante uruguayo), Toto y quien esto escribe.  Para la etapa de La Duendes abandonó el dibujo de humor que se practicaba cuando trabajaba como profesional, el que se caracterizaba por ser despojado, sintético y de trazo elegante. Optó por uno más espontáneo, acorde con el nuevo siglo.

Al volver de un viaje a Buenos Aires, Gerardo Romagnoli fue al domicilio de Héctor para seleccionar los trabajos que enviarían esa semana a La Duendes y dictarle una clase de computación. No lo atendió ni contestó el teléfono. Cuando se comunicó con el hijo, supo de su muerte. Reinna falleció el 23 de junio de 2016.




Se lo anunció en los sitios de La Duendes. La noticia causó conmoción. Cada vez que un autor de historietas fallece se difunde en redes sociales y si era famoso se publica en diarios de distribución nacional. Luego, en la mayoría de los casos, sus trabajos quedan relegados al olvido. Son pocos los autores cuya obra sigue circulando o reeditándose tras su muerte. Para que los trabajos de Reinna en La Duendes trascendieran su partida, se los siguió publicando por períodos. Algunos, que había realizado en blanco y negro para las ediciones en papel, se colorearon. El último que apareció fue el 22 de septiembre del año 2021.

Alejandro Aguado

Los trabajos de Reinna se pueden ver en: https://historietapatagonica.blogspot.com/search/label/reinna

jueves, 14 de septiembre de 2023

“Viento Lindo” y “Agapito y Pulga”, dos clásicos del humor gráfico

 

El diario Clarín de Buenos Aires quedó en la historia de la historieta argentina cuando en los años ’70 modificó su contratapa, en la que publicaban tiras y viñetas de humor. Todos los trabajos eran de autores nacionales. Desde entonces los lectores comenzaron a leerlo por la contratapa.

Lo que se obvió es que algo similar ocurría en medios gráficos de las provincias de todo el país. Uno de muchos ejemplos lo protagonizó el diario Crónica de Comodoro Rivadavia (abarcaba el sur de Chubut y norte de Santa Cruz). Los trabajos convocantes eran viñetas unitarias de humor que abordaban temas de la actualidad. Entre 1968 y principios de 1973 Roberto Guerrero publicó el personaje “Viento Lindo”. Aparecía en la tapa del diario. Continuó dibujándolo hasta 1976 en El Patagónico, la competencia de Crónica. Viento Lindo, en su aspecto, se asemejaba a Patoruzú, muy de moda por aquella época. Al ser un personaje publicado en un diario regional debía tener anclaje con la zona. Resultaba lógico que eligieran un tehuelche como personaje, uno de los habitantes originales de la región. El dibujo humorístico de Guerrero era sintético y muy estilizado. Era el acorde para el espacio que le brindaba una viñeta (un solo cuadro diario), en que debía editorializar sobre un tema de actualidad. El autor dejó de realizarlo cuando se mudó a otra ciudad, situada en la cordillera de los Andes. El personaje gozó de gran popularidad.




En 1980 el ingeniero Osvaldo Mosconi presentó en Crónica la idea de desarrollar un personaje humorístico que cubriera el vacío que había dejado Viento Lindo. Probaron diferentes diseños hasta que aceptaron uno caracterizado como un hincha de fútbol. Para la versión definitiva introdujeron cambios en la vestimenta con la finalidad de abarcar a un sector más amplio de la población. Lo vistieron con un mameluco de trabajo, pero al estilo norteamericano. En vez de ser entero lleva los hombros descubiertos, como si fuera una jardinera. Remitía a un “laburante”, a alguien del pueblo. El 13 de diciembre de 1980 el diario lanzó un concurso para que los lectores eligieran el nombre al personaje. La publicidad invitaba: “Piense un nombre y mándelo a Crónica! Gánese… Un millón de pesos Ley”. El ganador fue “Agapito” y para fin de mes se comenzó a publicar. En 1981 se sumó un perrito. La presencia de dos personajes enriqueció la viñeta y fue tan buena la repercusión que en febrero de 1982 se rebautizó como “Agapito y Pulga”. Abordando temas en tono crítico e irónico, el dúo tuvo gran aceptación. Era común que, al igual como sucedía en Clarín, los lectores se dirigieran de inmediato a la viñeta para ver qué tema trataba.


Viento Lindo en 1968


La viñeta resultó un registro de las problemáticas de la región y sus principales protagonistas. Entre Viento Lindo y Agapito y Pulga existió continuidad en las temáticas que abordaron. Al analizar las viñetas resulta un tanto perturbador verificar cómo son las mismas desde hace 60 años. Por ejemplo, los cortes de agua y las roturas del acueducto que surte a Comodoro Rivadavia – Rada Tilly y Caleta Olivia (Santa Cruz). La periódica falta de presupuesto, problemas de infraestructura e insumos del Hospital regional. Lo dibujaba como un elefante blanco, raquítico y lastimado. El desastroso estado de calles y rutas. La temática vial, en lugar de resolverse, empeoró con una ciudad colapsada. Los movimientos de suelo del cerro Chenque. La falta de viviendas y tierras para edificar. Los problemas relacionados con el suministro de servicios. Los políticos y las sucesivas crisis económicas y sociales también fueron recurrentes. El único tema que dejó de citarse fue el de la extensión del puerto de la ciudad, que estaba inconcluso desde hacía décadas. Terminarlo era uno de los temas de campaña de los políticos. A principios de los ’90 un gobernador encaró la obra y la concluyó. Ya no pudieron utilizarlo para las campañas. El fútbol fue otro de los temas que tuvo amplia presencia.  



Se publicaba en una página dedicada a tiras y viñetas de humor gráfico. Compartía espacio con personajes como Mafalda de Quino, Fabian Leyes de Rapela, De la crónica diaria de Dobal, Vida diaria de Sendra, chistes de Basurto y diversos títulos que fueron sucediéndose. La última incorporación de impacto fue el personaje de origen chileno Condorito. Agapito y Pulga le dieron la bienvenida en una viñeta. Todas las tiras eran compradas a agencias que abastecían a los diarios de las provincias. El dúo era el principal convocante de la página.

La repercusión se la percibía en la vida cotidiana de la ciudad. En comercios, talleres mecánicos o en oficinas de instituciones se podían ver viñetas recortadas del diario y pegadas en vitrinas, escritorios, muebles y paredes. Agapito y Pulga protagonizaban murales dispuestos por toda la ciudad o bien algunos comercios llevaron sus nombres. En uno de los festejos de primavera realizados por los colegios secundarios, una carroza presentó a los muñecos de los personajes hechos en tamaño gigante. El talentoso escultor José Calico los inmortalizó con una escultura de hierro.



El autor trató de pasar desapercibido, desdibujándose en el alias de Pelayo. Pero la repercusión de su creación terminó por hacer público que el autor era el ingeniero Mosconi, un docente universitario. Desde los medios de comunicación lo entrevistan con frecuencia.

 En el año 2003 el autor publicó un libro con una selección de viñetas comprendidas entre los años 1980 y 1991. Se llamó “Agapito, Pulga y el nacimiento de una irónica crítica”. En una edición de la Feria del Libro de Comodoro Rivadavia, en un stand de la editora La Duendes, en el que compartimos espacio con el escritor Hugo Covaro, lo tuvimos a la venta. Resultaba muy impactante cómo lo buscaban los lectores, se vendía de forma incesante. Hoy está agotado.

La página de humor e historieta del diario Crónica (Chubut y Santa Cruz) en 1988.


A Guerrero lo busqué y entreviste en El Bolsón, donde tenía una vidriería. Lo gratificó saber que lo recordaban. Me facilitó trabajos nuevos para publicar en “El Espejo. De los dibujantes del sur”, publicación que por entonces coordinaba en el diario Crónica. Nos mantuvimos en contacto durante algún tiempo.

Mosconi, con motivo de una campaña política para unas elecciones en 1995, junto a Agapito y Pulga incluyó a Condorito y a mi personaje Chiri Von Fiesta (se publicaba en el suplemento joven Aerosol, del diario Crónica). El motivo fue satirizar la campaña real con el ficticio “Partido Humorista Unido”. Fue una muy grata sorpresa y en cierto modo un reconocimiento a la repercusión que tenía mi personaje. Siempre le estaré agradecido. En el año 2019 pude retribuirle la gentileza. Realicé la ilustración para la gráfica de la Feria Internacional del Libro de Comodoro Rivadavia. Los protagonistas fueron los personajes de historietas y humor que vivieron en los diarios regionales desde los años ‘60. Entre ellos estaban Viento Lindo y Agapito y Pulga.

Agapito y Pulga y mi personaje Chiri Von Fiesta, en 1995.


El padre de Agapito y Pulga falleció el 27 de julio de 2012 en un accidente automovilístico. Cuando la gente siente como propios a los seres de tinta y papel pareciera que toman vida, que fueran de carne y hueso. Con la partida del autor, la región también perdió a dos amigos entrañables.

Lamentablemente, en una costumbre que se acentúa con los años, de valorar lo foráneo e ignorar los talentos locales, desde las instituciones pertinentes no se le realizó a los personajes y a su autor el reconocimiento debido. Desde hace años una escultura de gran tamaño debería recordarlos dispuesta en algún sitio de importancia de la ciudad. Fueron personajes/personalidades ilustres y merecen ser recordados. También son parte de la historia de la historieta nacional.

Alejandro Aguado


Una de las imágenes de la gráfica para la Feria Internacional del Libro de Comodoro Rivadavia, en 2019. 


domingo, 27 de agosto de 2023

CARLOS “CHINGOLO” CASALLA, EL PADRE DEL CABO SAVINO. Por Alejandro Aguado

 

En Argentina las historietas eran muy populares y se leían de forma masiva. Entre las décadas del ’40 y el ’80 la oferta de revistas que se conseguían en los quioscos era muy amplia y se vendían de a cientos de miles. El 80 por ciento de lo que se leía era de producción nacional y de muy alta calidad. Las había para niños y jóvenes, de humor gráfico y de historietas “serias” de aventuras. A su vez, comprendían diversos géneros temáticos: de guerra, ciencia ficción, costumbristas, de humor, de guerreros en tiempos bíblicos, policiales, del corazón, etc. El del gauchesco era una especie de equivalente nacional del western norteamericano. En las provincias era donde contaba con mayor aceptación. Una serie de grandes autores, muy buenos dibujantes, quedaron asociados con el género. Tales como Walter Ciocca con Lindor Covas y Hormiga Negra, Raúl Roux con Cuentos del Fongón, Rapela con Fabian Leyes y El Huinca, Carlos Magallanes y Jorge Morhain (guionista) con Martín Toro, Carlos Roume con Nahuel Barros y Patria Vieja (con Oesterheld), Juan Arancio también con Patria Vieja y Pehuén Curá, por citar a los más conocidos. Casalla comenzó a publicar al Cabo Savino en 1951 en el diario La Razón. El personaje se transformaría en uno de los clásicos de la historieta argentina.




Gran parte de los dibujantes del país desarrollaron su obra radicándose en la ciudad de Buenos Aires, que es donde estaban las grandes editoriales. Casalla nació en la provincia de Buenos Aires y en los años ’60 se radicó en Bariloche. Desarrolló su amplia y exitosa carrera desde Río Negro.


Foto: A. Aguado


De un modo u otro siempre estuve muy relacionado con Bariloche. Según mis padres me hicieron ahí, de chico pasaba las vacaciones y festejaba mis cumpleaños en sus bosques. En la ciudad conocí y traté a excelentes artistas y conseguí algunos de los mejores libros y revistas que conservo. También expuse, obtuve premios y los libros de mi autoría tuvieron muy buena recepción. A Casalla lo conocí durante algún viaje a Bariloche a principios de los años ’90. Fue muy cordial y amable, pero frecuentaba más a otros artistas de la ciudad. Creo que como estaba iniciándome en el dibujo, me intimidaba saberlo uno de los maestros de la historieta nacional. Todos hablaban de él, era un prócer local.




En 1993, tras ganar una preselección por provincias, obtuve el primer premio en la Primera Bienal de Arte Joven de Patagonia. Luego supe que un miembro del jurado fue Casalla. Nos encontramos en los pasillos del Hotel Llao Llao, que era donde se desarrollaba el evento del que participaron 500 artistas. Me felicitó por el trabajo y me explicó por qué consideró que merecía ganar. Las palabras del maestro hicieron que el premio me resultara más valioso.

Al Cabo Savino lo publicó en varias revistas y diarios, hasta que lo aceptaron en la editorial Columba. La editora publicaba los títulos El Tony, Fantasía, D’ Artagnan e Intérvalo, en varios formatos y periodicidad. Esas revistas dominaban el mercado de las historietas serias y se vendían de a cientos de miles en todo el territorio nacional y se exportaban a países vecinos. Su ingreso a Columba le representó el reconocimiento a nivel masivo. A diferencia de lo que le ocurría a otros autores, Casalla pudo mantener su estilo de dibujo y la personalidad de su personaje. Realizaba con total libertad unas quince páginas por semana. Con el transcurso de las décadas las historias fueron escritas por una docena guionistas. El más destacado por su continuidad fue Álvarez Cao. El personaje tuvo tal aceptación entre los lectores que en la década del ’70 se publicó como revista, bajo el sello de Columba. Su exitosa gráfica de impronta muy personal, llevó a que la editorial impusiera a otros dibujantes que copiaran su estilo. A Casalla no le parecía bien porque era coartar la libertad de sus colegas. No pudo hacer nada al respecto. También tuvo a su cargo la gráfica de otras series, tanto en Columba como en editorial Record (Skorpio, Tit Bits, Pif Paf, etc.) Tales como el exitoso western Alamo Jim (guiones de Albiac y Morhain), Memorias de un porteño viejo (guion de Alvarez Cao), las series Ronstadt (guion de Armando Fernández), El Cosaco (con guion de Robin Wood), Capitán Camacho (similar a Savino, pero con diferente rango), Chaco (con guion de Wood), Larsen & Finch (guion de Wood), Perdido Joe (guion de Albiac), y de guerra como Sargento York y Patrulla Americana, y diversos unitarios. Sus trabajos se republicaron con éxito en Europa.




El Cabo Savino se publicó en las revistas de Columba hasta mediados de 1986. Luego a nivel nacional se le perdió el rastro. En el ambiente de la historieta (de Buenos Aires) se creía que se había discontinuado. El personaje continuó protagonizando aventuras como tira diaria en las páginas del diario Río Negro, el principal del norte de Patagonia.

Por mi parte, el trato con Casalla se volvió más fluido con la llegada del nuevo siglo. Cada vez que iba de vacaciones a la Comarca Andina (Bolsón-El Hoyo-Lago Puelo-Epuyen), viajaba a Bariloche para visitarlo. Residía con su compañera en una confortable casa tipo alpina, en una zona alta de la ciudad. Desde el living se dominaba una amplia vista del lago Nahuel Huapi. A un lado, en una casita de madera, se situaba su estudio. Era el archivo de sus dibujos, pinturas y libros con sus trabajos. Ingresar era como adentrarse a una parte de la historia de la historieta argentina. Sobre un escritorio se apilaban decenas de tiras del mítico Cabo Savino, dibujado con su personal estilo: trazo suelto, vigoroso, que combina gruesas pinceladas de negros plenos y texturas logradas con decenas de rayitas a plumín. Para dibujar historietas del westerns y del gauchesco en un estilo realista se debía dominar la figura del caballo. Eran su especialidad. Los hacía según la raza y lograba transmitir sus personalidades. Eran memorables sus escenas de tropillas al galope, de malones y de jinetes combatiendo. Se percibía el movimiento, la intensidad.



En varias ocasiones, mientras charlábamos, lo filmé dibujando. En cada conversación afloraban los secretos de la profesión, siempre dispuesto a transmitir sus conocimientos. Era muy accesible y humilde para ser quien era. Comentaba en broma que uno de los problemas del ambiente eran los egos. Residir lejos de Buenos Aires le permitía moverse entre dos mundos. Uno era el de la Patagonia tierra adentro que se asemejaba al que recreó con su personaje. El otro era el de la historieta nacional. La Patagonia se le hizo propia y generó varios libros sobre personalidades del pasado regional. Fueron poco conocidos a nivel país, pero las ediciones se agotaban.

Solía sorprenderme cuando me consultaba sobre aspectos de la historieta actual. Muchas de sus vivencias no las comentaba de forma pública, por pudor. Con frecuencia recibía muestras de cariño y admiración de lectores y colegas, en Argentina y en países vecinos. Fui testigo de algunas. Homenajes institucionales recibió del Estado provincial de Río Negro y del Congreso Nacional. En Río Negro y Neuquén la población e instituciones suelen valorar a sus artistas.




En esa etapa, me escribió un guion para que yo lo dibujara. Por intermedio de la editora La Duendes tuve el gusto de publicarlo en un compilado grupal y de editarle un libro del Cabo Savino, con historias del período patagónico. También se le dedicó otro llamado “Homenaje al Cabo Savino. Cabo por siempre”, hecho entre numerosos autores. Del libro de homenaje también participaron algunos de los maestros de la historieta nacional. Llevó el subtítulo “Cabo por siempre” porque el personaje se estancó en ese rango por decisiones propias. Por ejemplo, en un episodio debía apresar a un gaucho que estaba por salir de un prostíbulo. La orden era dispararle ni bien se asomara. Cuando lo vio se negó a hacerlo. Era Juan Moreira, que en esa ocasión fue muerto por el agente Chirino. El jefe de la partida comentó en referencia a Savino: -“Este no asciende más”. Pese a ser un personaje de ficción, el autor trató que se lo percibiera como a alguien real que renegaba de las injusticias.




En el año 2010, con motivo del Bicentenario nacional, se realizó una muestra en Bariloche con los maestros de la historieta. Me invitaron a participar junto a Horacio Lalia, Casalla, Lito Fernández, Domingo Mandrafina, Meiji, entre otros. Fui con el colega Taro. Lo más grato fueron los días de experiencias en grupo. Paseamos por los bosques, compartimos comidas, visitamos un centro donde residían adolescentes judicializados (excelente por el recibimiento) y muchas horas de charlas referidas al dibujo y la historieta. Durante una de esas noches, en su casa, nos entretuvimos tomándole varias fotos con un muñeco que le habían hecho con su figura. En el evento Casalla nos deleitó con sus aptitudes como músico. Se lo consideraba uno de los mejores percusionistas del país.

Foto: Alejandro Aguado


En el año 2014, en Canal Encuentro se emitió el episodio “La historieta patagónica: el humor reflexivo” en el programa Continuará. Bajo la conducción de Juan Sasturain, el programa del que se emitieron 5 temporadas, estaba dedicado a publicaciones y autores del pasado y el presente de la historieta argentina. En el dedicado a la historieta en Patagonia nos entrevistaron a Carlos Casalla, Chelo Candia y a mí.




A los 90 años de edad seguía activo, movilizado por su espíritu juvenil. Un día del año 2017 se acostó y ya no despertó. Se fue en paz. Desde entonces para mí Bariloche no es lo mismo. Le falta la figura que era una de las almas de la ciudad y el vacío se siente.

Alejandro Aguado